El primer discurso del Rey Felipe VI, el día de su proclamación en las Cortes, se adentró en los principales problemas y retos que tienen los españoles, sin esquivar cuestiones que podían resultar más espinosas, como la referida al prestigio de la Corona y su baja valoración en los últimos años. Por mucho que un sector de la izquierda radical y los nacionalistas se apresuraran a tachar de «vacío» el mensaje de Don Felipe, lo cierto es que en los 25 minutos que duró su intervención en el Congreso trató las principales prioridades que tiene España ante sí. Advirtió, eso sí, de que el Rey «debe atenerse al ejercicio de las funciones que constitucionalmente le han sido encomendadas y, por ello, ser símbolo de la unidad y permanencia del Estado, asumir su más alta representación y arbitrar y moderar el funcionamiento regular de las instituciones».
Un Rey, añadió, «que ha de respetar el principio de separación de poderes y, por tanto, cumplir las leyes aprobadas por las Cortes, colaborar con el Gobierno de la Nación, a quien corresponde la dirección de la política nacional, y respetar en todo momento la independencia del Poder Judicial». Por eso, subrayó que en él se encontrará a un Jefe de Estado «leal y dispuesto a escuchar, a comprender, a advertir y a aconsejar, y también a defender siempre los intereses generales». Con esas premisas, el Rey mostró su preocupación por la crisis, el paro, el desprestigio institucional, la unidad de España, el medio ambiente o las víctimas del terror.
Unidad de España
El Rey reafirmó su fe «en la unidad de España, de la que la Corona es símbolo». Unidad, advirtió, que no es uniformidad. «Una diversidad que nace de nuestra historia, nos engrandece y nos debe fortalecer». «En Esa España, unida y diversa, basada en la igualdad de los españoles, en la solidaridad entre sus pueblos y en el respeto a la ley, cabemos todos».
El mensaje de unidad estuvo muy presente en este primer discurso del Rey, que fue escuchado desde la tribuna por el presidente de la Generalitat, Artur Mas, y el lendakari Iñigo Urkullu. «Trabajemos todos juntos, cada uno con su propia personalidad y enriqueciendo la colectiva; hagámoslo con lealtad», pidió Don Felipe. El presidente autonómico catalán no aplaudió su discurso cuando concluyó.
Desprestigio institucional
El desprestigio de las instituciones ha estado unido a la crisis económica en España. Los políticos y los partidos han sufrido con especial virulencia la caída en su valoración, aunque prácticamente no hay una institución que se haya librado, lo que a su vez ha hecho que proliferen grupos radicales y antisistemas. En su discurso, el Rey no fue ajeno a este problema que toca la zona medular del Estado. «Los españoles y especialmente los hombres y mujeres de mi generación aspiramos a revitalizar nuestras instituciones, a reafirmar, en nuestras acciones, la primacía de los intereses generales y a fortalecer nuestra cultura democrática». Don Delipe propugnó una España en la que se puedan alcanzar «acuerdos» en los asuntos de interés general.
Valoración de la Monarquía
En los últimos años se había producido una caída en la valoración de la Monarquía en España, en la que ha pesado de manera especial el caso Nóos, que ha supuesto la imputación de la Infanta Cristina y de su marido, Iñaki Urdangarín. En su discurso ante las Cortes, Don Felipe subrayó que el Rey ha de respetar «en todo momento la independencia del Poder Judicial». Además, afirmó que la Corona debe velar por la dignidad de la institución, «preservar su prestigio y observar una conducta íntegra, honesta y transparente». «Hoy más que nunca los ciudadanos demandan con toda razón que los principios morales y éticos inspiren, y la ejemplaridad presida, nuestra vida pública».
Igualdad
«El siglo XXI deberá ser aquel en el que los valores humanísticos y éticos que necesitamos recuperar y mantener contribuyan a eliminar las discriminaciones, afiancen el papel de la mujer y promuevan aún más la paz y la cooperación internacional», señaló el Rey en su intervención ante las Cortes.
Don Felipe se refirió a otros retos, como el de las nuevas tecnologías, la ciencia y la investigación, «que son hoy las verdaderas energías creadoras de riqueza», y también subrayó «el desafío de promover y fomentar la innovación, la capacidad creativa y la iniciativa emprendedora como actitudes necesarias para el desarrollo y el crecimiento».
Otra de las prioridades que trató el Rey fue Europa: «Hoy España es Europa y nuestro deber es ayudar a construir una Europa fuerte, unida y solidaria, que preserve la cohesión social».
Cultura y lenguas cooficiales
Don Felipe tuvo dos gestos especiales hacia las Comunidades con lenguas cooficiales. Primero afirmó que «junto al castellano, lengua oficial del Estado, las otras lenguas de España forman un patrimonio común que debe ser objeto de especial respeto y protección». Al final, se despidió así: «Muchas gracias. Moltes Gràcies. Eskerrik asko. Moitas grazas». Recalcó, además, que en España han convivido históricamente tradiciones y culturas diversas con las que se han enriquecido todos sus pueblos.
Paro y crisis económica
En el primer discurso del Rey estuvo muy presente el primer problema que tienen los españoles, según todos los barómetros del CIS: el paro. «Quiero transmitir mi cercanía y solidaridad a todos aquellos ciudadanos a los que el rigor de la crisis económica ha golpeado duramente hasta verse heridos en su dignidad como personas. Tenemos con ellos el deber moral de trabajar para revertir esta situación y el deber ciudadanos de ofrecer protección a las personas y a las familias más vulnerables». Don Felipe destacó además la obligación de transmitir un mensaje de esperanza, «especialmente a los más jóvenes», de que «la solución de sus problemas y en particular la obtención de un empleo, sea una prioridad para la sociedad y para el Estado». El Jefe del Estado estaba cumpliendo así su función constitucional de arbitrar un debate fundamental.
